Seminarios Espirituales

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La Pausa

Aún en los actuales tiempos se requiere PAUSA, aquél instante sagrado y mágico en que nos detenemos para hacer un alto en nuestro camino…

. . . Incluso en cuarentena.

Cuando el cuerpo avisa de ciertos síntomas de cansancio tal vez sea un buen momento; o quizás, día a día, nos conviene darnos un respiro entre un quehacer y otro, para regresar a nosotros mismos. Mirarnos desde adentro y con los ojos cerrados, para sentirnos en mayor profundidad, percibir el vibrar de nuestros órganos, el latir de nuestro corazón y el pulso de la vida en nuestro interior.

Hoy sentí más que nunca esa necesidad, decidí salir a caminar un rato por el interior del condominio donde resido y luego de unas vueltas, me dirigí a la plaza, me saqué mis zapatillas y calcetines y experimenté la más ricas de las sensaciones, caminar con mis pies desnudos sobre el pasto húmedo. Cada vez que deslizaba mis pies con movimientos muy, muy lentos sobre la hierba, al más puro estilo kung fu, sintiendo la tierra mojada debajo de mis plantas me sentí feliz, pues yo estaba allí.

Disciplinas Espirituales

Desde muy joven comprendí la importancia de adquirir una disciplina de vida y de realizar ciertas prácticas espirituales todos los días, que para mí son fundamentales. Cada mañana al despertar me sintonizo, me conecto  y siento gratitud por un nuevo día, me siento en mi cama para escribir mis sueños en un cuaderno que guardo debajo de la almohada, y luego medito, más unas prácticas que realizo después de ducharme. Si bien implican un tiempo importante, me resultan tan esenciales, que no salgo de mi pieza hasta que las haya realizado cada día. Uno de los principales efectos que han tenido es que me mantienen con energía y me traen a la consciencia. Gran parte del año, me gusta realizar algunos ejercicios en el jardín, pues conectar como una antena con el cielo y la tierra es lo máximo para mí.

Siendo mamá, dueña de casa, y trabajando de modo independiente, resulta fácil perderse entre las labores del día, entre el agua con jengibre y limón, las vitaminas, los batidos de la mañana al desayuno, etc.,  aseo general, doy comienzo oficial al día, respondiendo wsp,  correos, atendiendo clientes, redactando escritos, estudiando, revisando los casos, ir a preparar el almuerzo, servirlo, disfrutar un rico o improvisado almuerzo dependiendo del tiempo que haya tenido para prepararlo, conversación sagrada a esa hora, y luego continuar trabajando, organizar todo lo que requiere ser organizado en un hogar, pagos, etc., unas miraditas al face entremedio y de pronto miras a la ventana y resulta que ya llegó la noche, más 5 mascotas que también requieren ser atendidas, 4 de las cuales cuando tienen hambre me vienen a maullar al escritorio, se acercan para que les haga cariño, duermen un buen rato entre el sofá, la escalera, los muebles y parte de mi mesa o si me levanto salen detrás mío.

Me gusta darme el tiempo diariamente para conversar con mi hijo, que en estos meses ha sido una constante, especialmente en las horas de almuerzo o luego de dar por “cerrada la oficina”, más algunas escabullidas cuando viene de sorpresa a darme un abrazo. Y ya, cierro el computador, y llegó la hora de onces y comidas, ya quiero darme el tiempo de tenderme un rato en el sofá,  leer un libro, escuchar un audio, conversar con mis amigas aunque sea por wsp. Y de todas maneras hacerme un espacio para aprender sobre un tema que me interese, soy una mujer inquieta,  ya sea de forma autodidacta, investigando o a través de un curso que me guste y las horas literalmente volaron y me encuentro lista para acostarme de nuevo y allí en mi cama calentita y en silencio, música, un buen libro, una meditación, me reconecto y me preparo para dormir. Y no, lo reconozco no soy buena para largas conversaciones por celular, salvo honrosas excepciones con muy pocas personas, para eso, prefiero encuentros presenciales, así puedo darme todo el tiempo del mundo.

Estar en el Presente y Recordar Que Estamos En Un Cuerpo

Puede que tal vez tengas más o menos actividades , responsabilidades o trabajo que yo, no lo sé, la pregunta es…….Y? ¿estuviste ahí en esas tareas o las realizaste modo dormida con ojos abiertos y mecánicamente?, ¿cuándo te bañaste en la mañana, ingresaste plenamente  a la ducha?, ¿cuándo secaste tu cuerpo?, cuando te miraste en el espejo, ¿te miraste realmente? , ¿te viste a tus ojos?, ¿te sentiste?, y después, ,¿te vestiste o fuiste vestida?, ¿quién o qué hizo la cama?, ¿ cuándo llevaste la ropa a la lavadora? ¿estabas allí cuando colocaste la ropa, encendiste los botones y pusiste el detergente? ¿o todo sucedió entre sueños?, ¿cuando fuiste a saludar a tu hijo en la mañana? ¿estabas? , y, luego, ¿Quién revisó los mensajes en el celular?,¿Quién los respondió?; y después, en la reunión con el cliente, ¿te acordaste de ti?, o ¿cuándo respondías correos? ,¿ tenías consciencia de ti?,  cuándo sentiste ganas de tomar un té y fuiste a prepararlo, ¿Quién ingresó a la cocina?, ¿Quién se sirvió el té?, ¿tú o un autómata?, ¿te sentías cómoda o querías estar en otro lugar?, ¿qué sentías? , ¿tenías consciencia de tu cuerpo? Y ¿qué pensabas? y mientras entremedio, cuándo limpiabas la cocina y trapeabas el suelo……¿qué pasaba en tu interior?, ¿ uando saliste a botar la basura? o ¿cuándo fuiste a abrir la puerta?....¿estuviste contigo hoy?

Cuando ingreso a la cocina antes de preparar algo, me gusta detenerme y mirar el escenario, decido que prepararé y me pongo manos a la obra. Cuando lavo los platos, siempre me acuerdo de mi maestro que nos decía que una mujer podía iluminarse lavando platos, no siento que ese comentario haya sido para consolarnos de esa labor, sino que es posible estar en el presente y hacerlo desde lo mejor de uno y no reclamando por algo que si o si hay que hacer. Esto no quiere decir que me encante lavar los platos ni mucho menos, pero sí que sus palabras me vienen a la memoria en el momento aquél.

En lo personal para recordarme que existo, lo que me sirve es realizar PAUSAS a lo largo del día, me detengo y observo todo a mi alrededor y comienzo a fijarme donde estoy y miro los detalles. Desde hace años que trabajo independiente desde la casa, habilité una oficina en mi hogar (una mesa, silla y el computador) y me resulta indispensable que tenga vista al jardín, me gusta mirar el verde, los árboles, las plantas y las flores, también a las mascotas cuando están jugando. Este verano de hecho, la trasladé al primer piso, transformé mi comedor para esos efectos, ya que con buen tiempo, que es casi la mayor parte del año, comemos en la terraza; y cuando hace frio ocupo un pequeño espacio en el segundo piso, con vista a los cerros y al cielo; y el almuerzo y la cena la servimos en la sala de estar que nos resulta más acogedora. No llevo la cuenta de cuantas veces en el día, me detengo y simplemente miro y observo, a veces un pajarito se acerca a la ventana o suelo ver algún colibrí suspendido en el aire. En la cocina hago lo mismo, soy una enamorada del cielo y eso me centra, me “suspende” en la actividad. Siento la planta de mis pies, mi cuerpo, mi corazón, la respiración, me quedo quieta, observo y debo reconocer que me deleito con algo tan simple como éste hábito.

Poner en “PAUSA” el parloteo interno cuando escuchas a otro, “suspender” los juicios y creencias

He ido incorporando paulatinamente también el estar presente cuando escucho, es un arte que deseo desarrollar, aprender a escuchar, admiro profundamente a las personas que tienen ese don,  son realmente hermosas. Poco a poco estoy logrando recordarlo, incluso antes de iniciar una conversación y una de las cosas novedosas que me ha sucedido, es darme cuenta lo lindas que son las personas, pues no sólo escucho lo que dicen, sino que las observo detenidamente y es como si todos sus rasgos destacaran aún más mientras se expresan, el ser consciente de mi respiración me ayuda. Edy Vogel me llega como un hombre que sabe escuchar, es digno de emular, cuando entrevista permanece en silencio por largo rato, es una señal de sapiencia, respeto y un regalo para ambos, para el que escucha y el que es escuchado. Cuando escuchas, también estás en “PAUSA”, en pausa de tus juicios y creencias.

De hecho me he alejado de personas que estaban con el juicio en la boca aún antes de siquiera decir palabra, imagino que a nadie le gusta sentir eso. Una señal de respeto hacia si mismo y hacia otros, es no dar nada por supuesto o por conocido, sino estar abierto, receptivo y mantenerse interesada en lo que la otra persona quiere o desea comunicar.

La espiritualidad en el día a día

Y ¿a que viene todo esto?, que para ser seres espirituales no necesitamos hacer nada tan espectacular, pues la espiritualidad se vive de momento a momento, en las cosas simples, desde dar gracias al despertar cada mañana, estar en “presencia” cuando acaricias a tu gato que viene a ronronearte y quiere que lo regalonees, cuando besas y abrazas a tu hijo, el estar simplemente en casa, cuando te miras al espejo y te gusta lo que ves, cuando haces planes y quieres crear algo, cuando te recuerdas que existes y que estás aquí, cuando conversas con una amiga, cuando envías una respuesta a un correo y le agregas  una imagen con una frase con significado que sientes le pueda servir a la otra persona, cuando te sintonizas en la pausa que la puedes extender cuando lo deseas y no necesitas el permiso de nadie más que de ti misma para hacerla, cuando contemplas lo que te rodea, el rocío de la mañana, un paisaje, los rayos del sol sobre tu casa, etc. Cuando detienes el mundo y simplemente sientes el fluir de tu respiración y te quedas sintiendo el fluir de la vida dentro y fuera de ti. Estas actividades tu cuerpo las puedes hacer sin ti y te das cuenta cuando recuperas la consciencia.

En lo personal para recordarme que existo, lo que me sirve es realizar PAUSAS a lo largo del día, me detengo y observo todo a mi alrededor y comienzo a fijarme donde estoy y miro los detalles.

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