Comunidad ∞ Tribu ∞ Bien Común
Muy temprano esta mañana cuando aún no amanecía, percibí la presencia de mi padre y desperté, y surgió en mí el deseo de escribir , mientras recibía sus recuerdos.
Mi padre un día, me pidió que lo ayudara a recordar porque según decía “se me acabó el tiempo”. Efectivamente estaba viviendo sus últimos días en esta tierra.
Alquimia Espiritual
Me llegan también las palabras de mi maestro, de la importancia de quintaesenciar las experiencias de vida, para extraer el jugo substancioso de las lecciones. Él hablaba del sufrimiento “estéril” y “glorioso”, con el primero no obtienes nada y te quedas en el resentimiento, la queja, la amargura y la victimización; con el segundo, en cambio, te llenas de sabiduría y aprendizaje, ése decía, “es el alimento del Espíritu”. Al comprender el fruto, el significado, de dicha práctica espiritual, tomamos conciencia de que todo lo que sucede en nuestra vida tiene sentido. Nuestro espíritu se nutre de este elixir y se produce la transformación, en que ya no se reniega de la experiencia, sino que se integra e incluso la bendices, pues muchas veces marca un antes y un después en tu vida, logrando lo que se conoce como la “Alquimia Espiritual”.
Mi padre se sentía muy culpable por antiguas acciones suyas, que efectivamente había realizado fruto de la inconsciencia de juventud y por sus arraigadas creencias religiosas, ya pronto a finalizar su tiempo aquí, tenía temor de recibir un castigo. Papá ¿tú crees que Dios nos creó tal como somos para castigarnos después?, ¿que Dios traería a sus hijos a la tierra en esos términos cuál psicópata manipulador? Dios es puro AMOR.
El perdón y la empatía
Uno de los rasgos de carácter que más admiro en mi padre, era su gran capacidad de perdón y de como era capaz de empatizar con las personas y de quererlas, pese a toda diferencias de carácter, además tuvo la humildad de reconocer sus errores y de amar e integrar a todo a quien conocía. Poseía desde muy joven un gran corazón y por lo mismo era enamoradizo jajaja, y sí hablando en serio, de su interior brotaba una gigantesca vocación de servicio, siempre un paso adelante para ayudar a las personas, en él primaba un concepto “extendido” de familia.
Así, con los años comprendí que el poco tiempo que nos dedicó en mi infancia, no era sólo porque andaba tras las mujeres como me dieron a entender, ( y sí se daba tiempo para eso también), sino que sus días los pasaba visitando personas de las comunas donde escogió “servir”; en esos años, quienes ocupaban ciertos cargos políticos no se les pagaba remuneración, por lo que él ocupaba su tiempo y su dinero en conocer y solucionar las necesidades básicas de quienes conocía, me consta aquello, porque muchas veces, los paseos de fin de semana, culminaban en “vamos por un ratito” a esto y aquello y terminábamos prácticamente todo el día, de casa en casa o en los conocidos “centros de madre”, más largas caminatas en época de navidades, comprando bolsas y bolsas de regalos para los niños.
Luego cuando los años le pasaron la cuenta, igual se las ingeniaba para salir por su amado Mirasol, un pequeño balneario, donde con lápiz y libreta en mano, recorría su hermosas y polvorientas calles y registraba todo lo que había que arreglar, para luego poner manos a la obra y dar solución a aquello, él era muy feliz así.
El poder de la tribu: comunidad, comunión y energía
Hoy en el mundo globalizado resulta aparentemente más fácil conocer a las personas y para las necesidades, los gobiernos y organizaciones utilizan las famosas “estadísticas” y en las estadísticas todo funciona a la perfección, hasta que la realidad azota y muestra lo equivocadas que estaban dichas “evaluaciones técnicas”.
La realidad es que nada reemplaza la comunicación directa, trascendiendo el mundo de las apariencias, el poder sentir e incluso “respirar” a otro, el percibir la información que emana, incluso más allá de las palabras. El poder sentirse uno mismo y a mi prójimo, las conversaciones profundas, sin prisas y con sentido, más allá de esa sensación de vacío individual, cuando experimentamos que no sólo soy yo y “mis vivencias”, sino que entre humanos tenemos un “nosotros”, mucho más común de lo que imaginamos.
Cada vez que he organizado encuentros de Salud y Bienestar, ya sea para difundir las terapias naturales u otros, he gozado con la profunda conexión que surge entre las personas, desde abuelitos hasta los niños, el espontáneo sentimiento de unidad que aflora entre los participantes, cómo aumenta la capacidad de escucha, los sentimientos de alegría, de amor y de querer compartir, el baile, la música, el canto y las risas fluyen naturalmente, como asimismo, la amorosa contención cuando algún valiente se anima a abrir sus heridas emocionales que desea sanar, en el aire se respira el respeto, el silencio, la calidez, el darse cuenta que transitamos en la vida compartiendo vivencias similares. Surge la expresión de lo auténtico, de la unión con la naturaleza, se inhala… COMUNIÓN.
Lo cierto es que en los seres humanos habita y se transita, desde ese sentimiento de soledad, a esa sensación de pertenencia a una Tribu…..hemos caminado por tantos siglos en la satisfacción de nuestras necesidades básicas a costa de un gran desgaste de energía, nos hemos enajenado tanto para tapar los dolores, hemos utilizado tantos artilugios para engañarnos….cuando la felicidad es mucho más simple, tan sólo el respirar conscientemente calma, el sentir los pies descalzos en la hierba aterriza, el mirar al cielo, sus colores, nubes, atardeceres y estrellas nos conmueven y nos hace conectarnos con el cosmos infinito; el abrir nuestro brazos hacia el cielo mirando el sol y captando su energía nos fortalece, la meditación en el silencio de la habitación o en mitad de un bosque. A veces una simple oración, tal como decirnos “a pesar de las dificultades, siempre estoy sostenida, protegida y amparada por mi madre, por mi padre, por el planeta tierra y por mi buena estrella”, son suficientes.
Estamos unidos con un hilo invisible a la vida que penetra en nuestra respiración y que fluye desde nosotros a la vida misma. Cuando compartimos con un “otro” , desde nuestra presencia, esa sensación se expande, pues este hilo, esta malla cósmica, esta energía de información nos envuelve a todos y se encuentra en nuestro interior. Cuando mis ojos miran al alma reflejada en los ojos de otra alma, cuando río, bailo, danzo de la mano, cuando buscamos soluciones que sean un ganar para todos, cuando mi ser me conduce a los proyectos en que el bien común es el principio rector, pareciera que un manantial inagotable de energía fluye desde mi y que lo mismo ocurre en el interior de cada uno y las buenas vibraciones fluyen, saltan, brincan, los abrazos, los buenos deseos e intenciones comienzan a plasmarse en buenas acciones.
Es el latido pulsante de nuestros corazones que “sabe” con certeza de que somos UNO y que paulatinamente caen los condicionamientos culturales y egoicos que nos separan. Vamos comprendiendo cada vivencia, nuestra historia de vida y comenzamos a integrarla. Nuestra materia prima es el pasado, desde ahí surge nuestro presente y del trabajo interno que hacemos, podemos liberarnos y crear un nuevo futuro.
En el silencio de la urgencia de pronto nos descubrimos y aquella situación ingrata o esa persona o esta otra….nos damos cuenta que han sido despertadores, la familia y el lugar donde elegimos nacer, nuestros padres, han estado allí, para que recordáramos quienes somos y a qué hemos venido, así es que gracias a todos ellos y con la bendición de lo vivido, llegamos a este punto de la historia, donde las palabras de nuestra querida Louise Hay cobran sentido “ en la inmensidad de la vida, todo es perfecto y entero. Todo está bien en mi mundo”.
De nosotros depende construir con sentido, viviendo en comunidad donde cada uno tiene su espacio y cada uno aporta en el bien de todos.
“Si echamos una mirada a las circunstancias que nos llevaron al milagro, comprenderemos que fuimos dirigidos por una fuerza inimaginable” -Alejandro Jodorowsky Prullansky