Seminarios Espirituales

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¿Autoayuda o espiritualidad?

Lo que vas a leer a continuación es mi propio testimonio acerca de la experiencia que he tenido con las lecturas espirituales. No huyas después de leer el primer párrafo, juro que cambié…

Las lecturas de autoayuda como las solía llamar, siempre me causaron rechazo, las asociaba con Paulo Coelho, con Isha y con Louise Hay. Me parecían lecturas fáciles para gente desesperada.

Esto sumado a mi estatus de lectora de clásicos, lecturas filosóficas mucho más densas e importantes para el desarrollo humano me situaban lejos de ellas.

La verdad es que miraba con pena a la gente que acudía a estas lecturas y, con una total arrogancia, pensaba que este mundo de la autoayuda era para ‘los otros’, quienes no habían resuelto su vida, losers, solitarios que no tenían nada de qué afirmarse.

 A pesar de mi rechazo, este tipo de lecturas siempre se atravesaban en mi camino: en la sala de espera del doctor, en la casa de una amiga, en todas las librerías y ferias artesanales. Pero concretamente mis intentos reales de acercamiento se produjeron por diferentes flancos.

Primeros acercamientos a la lectura espiritual

El primero se produjo cuando estaba en una relación sentimental en crisis, todo se estaba yendo por la borda y mi pareja me pidió que fuera a un encuentro con Isha. La verdad es que no me interesaba ir, pero en un acto de amor fui al encuentro, leí su libro y finalmente no encontré o más bien no entendí nada, pero hubo algo que llamó mi atención y me quedó grabado: Un señor de edad le preguntó a Isha en qué método científico basaba su teoría y ella muy segura y clara le respondió que su teoría no se comprendía desde el intelecto sino con la intuición.

 Mi segundo fracaso, también se produjo como un acto de amor a otra pareja que me pidió que leyera El poder del ahora de Eckhart Tolle porque era una obra excepcional que a él le había cambiado la vida. Este comentario lo había escuchado de otras personas también, así que con tanta buena publicidad fui en busca del libro. Juro que intenté leerlo, puse atención, tomé mi lápiz, me senté en un lugar cómodo y silencioso, pero tampoco me conecté con la publicación.

El encuentro con la respiración consciente

No quiero seguir contando de mis intentos fallidos porque no terminaría nunca, daría para escribir una novela. Pasó el tiempo y como otra prueba de amor a otro novio, me apunté a clases de yoga kundalini. Tengo que ser completamente honesta: durante los tres primeros meses esta clase fue un infierno total para mí. Pero como soy una persona de palabra, iba a clases religiosamente dos veces por semana. No puedo explicar lo que fue ese tiempo, estaba loca, tenía mucho trabajo, hacía muchas cosas y al final del día ir a una clase donde lo único que quería era irme, me parecía una tortura.

 Fue tanto que le dije a mi profesora que no lograba conectarme, ella, una maestra con mucha experiencia, me dijo que me podía ayudar pero que yo debía comprometerme con lo que me iba a pedir: respirar profundamente durante tres minutos, totalmente concentrada en la respiración. ¡Debía hacer esto todos los días! Del infierno caí en las brasas y si ya me costaba la clase, ahora la respiración diaria era peor. Fue terrible al comienzo, pero de pronto se produjo el milagro.

No voy a decir que fue un día concreto, no lo recuerdo, pero esos meses de respiración consciente que comenzaron como una tortura, de pronto se convirtieron en el espacio de calma de mi vida. Había logrado conectar con la clase, podía respirar sin pensar en otra cosa y podía encontrar paz. La respiración se transformó en mi hogar, fue como llegar de regreso a un lugar conocido del que me había perdido.

Las lecturas espirituales

Fue en ese momento que mi maestra de yoga me entregó un libro La paz está en tu interior del monje tibetano Thich Nhat Hanh. Un pequeño libro con prácticas de mindfulness para la vida diaria. Se trataba de una obra breve, amable y llena de compasión. En ella Hanh enseña cómo conectarse con la vida a través de la atención plena a cada acto de tu vida como si fuera el más importante, sin estar pensando nada más que en ese acto: cepillarte los dientes, tomar un té, sentarse y contemplar.

Esta obra maravillosa fue la puerta de entrada a lo que llamo hoy ‘mis lecturas espirituales’. Después de ella he leído muchas obras de este tipo y actualmente estas lecturas son el centro de mi vida. Ya no me interesa leer otras cosas.

¿Qué ocurrió y cómo se produjo el cambio en mí? Me di cuenta de que Isha tenía razón cuando respondió que para estas lecturas no puedes entrar sólo desde lo intelectual, son lecturas imposibles de comprender si tratas de encontrar algo concreto, mecánico, lógico-racional.  Se leen desde otro lugar y punto. Si uno intenta llegar a ellas en un momento que no te corresponde por cualquier razón (no estar conectado con la intuición, evitar querer mirarse dentro, no contar con una motivación real y sincera a trabajarse), no las va a entender ni te van a interesar.

La lectura espiritual es inefable porque no puedes resumirla como una novela, se trata de un conocimiento que va a lo profundo de tu ser, a las dimensiones sutiles y etéreas. Estas lecturas están llenas de conocimiento interior, de lecciones de vida, de prácticas para tus emociones que pueden elevar tu alma.

Es difícil hablar de ellas, tratar de definirlas, pero estoy absolutamente segura que son necesarias y que la lectura de ellas son un aporte a la evolución personal. Si alguien me preguntara qué pienso hoy de ellas, diría que son indispensables, pero que sólo puedes llegar a ellas desde el alma.

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