Seminarios Espirituales

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Los Cuatro Acuerdos

“Quiero que olvides todo lo que has aprendido en tu vida. Éste es el principio de un nuevo entendimiento de un nuevo sueño.”
– Don Miguel Ruiz

Quise partir con esta esta cita ya que para mí sintetiza el mensaje central de esta obra esencial para el camino espiritual.

Los cuatro acuerdos resumen la maestría de la transformación de la cultura tolteca, de la cual Miguel Ruiz es descendiente. No es extraño que una obra espiritual provenga de una cultura ancestral ya que ellas han sido  depositarias de los mensajes espirituales que hoy se comienzan a conocer.

El “Sueño”

Esta obra parte con una introducción que es fundamental para comprender el sentido de los acuerdos, aquí se definen los distintos significados de la palabra “sueño”.

En primer lugar, se habla del sueño como revelación cuando se nos narra la historia de un aprendiz a chamán que se encontraba aprendiendo el conocimiento de sus ancestros, pero que no estaba de acuerdo con todo lo que le enseñaban. Es, en este momento, en que tiene un sueño donde comprende la divinidad humana. Soñó que los seres humanos somos todos luz y que todo el universo estaba hecho de luz, pero manifestada de distinta manera. Comprendió que todos somos manifestaciones de Dios, pero como seres humanos no podemos darnos cuenta de ello porque estamos en un mundo material que nos impide ver esta luz divina presente en toda la creación.

Aquí aparece el segundo sentido de la palabra sueño, entendida como engaño o ilusión y está definida por todo lo que nos impide ver nuestra luz divina. Este sueño está compuesto por todas las creencias que nos han inculcado desde que nacemos: valores morales, deberes y principios por los cuales todos nos regimos y que finalmente determinan la forma que tenemos de vivir.  Estas creencias producen lo que el autor llama “la domesticación del ser humano” definida como un proceso que consiste en el aprendizaje de un sistema que no escogimos pero que tampoco somos capaces de cuestionar. Seguimos estos acuerdos ya que tenemos miedo a ser rechazados por los otros o por nosotros mismos.

El ser humano pasa a estar inmerso en un sueño colectivo, hecho de falsas verdades que lo llevan a olvidarse de sí mismo, de su naturaleza divina y que le impiden apreciar la belleza de este mundo, lo que le causa sufrimiento y dolor. Si miramos a nuestro alrededor podemos observar que los acuerdos nos han llevado a crear una sociedad llena de violencia y dolor, que no cuestionamos a pesar del sufrimiento que nos causa.

Sin embargo, según el autor, hay un camino para poder terminar con este estado de sufrimiento y recuperar la divinidad perdida, éste consiste en cambiar los acuerdos por otros nuevos. Aquí aparecen entonces los cuatro acuerdos que representan los principios básicos bajo los cuales una persona puede comenzar un camino de transformación de vida que le permitan recuperar su libertad y el amor que ha perdido.

El Primer Acuerdo: Sé impecable con las palabras

El primer acuerdo, que es el más importante según su autor es: Sé impecable con las palabras. Todos sabemos la importancia que tiene el lenguaje, “el verbo” crea realidad y posee una tremenda carga energética, por ello cuando hablamos de ser impecable o limpio de palabras, estamos diciendo que comienzas a transformar tu realidad a través de tu lenguaje y tus pensamientos.

Las palabras son la herramienta más poderosa para cambiar tu realidad, pero son un arma de doble filo ya que las puedes emplear para crear o para destruir, por lo tanto las puedes usar para generar belleza y amor o, por el contrario, para dañar.

Lograr este acuerdo no es fácil ya que normalmente usamos las palabras de un modo completamente erróneo, maldiciendo, insultando o para hablar mal de los demás. En este sentido, el hablar mal de las personas se ha vuelto algo común, opinar acerca de los demás es uno de los peores venenos, pero lamentablemente se ha vuelto el tema principal de la comunicación humana. Esto contamina todas las relaciones y genera un gran daño a todas las personas.

Durante mucho tiempo hemos usado las palabras en contra de otros, pero también en contra de nosotros mismos, nos menoscabamos constantemente, es por ello que tenemos que recordar que el decir es hacer y cada vez que afirmamos algo lo creamos. Las palabras son nuestra realidad es por ello que debemos asumir este acuerdo como el más importante de todos. Si logras este acuerdo, la verdad brillará a través de ti y limpiará todo el veneno emocional que inunda tu mente, protegiéndote de las palabras de otros. Tus palabras serán tu protección y te llevarán a construir relaciones más amorosas. Con este acuerdo alcanzarás las puertas del cielo.

El Segundo Acuerdo: No te tomes nada personalmente

Este acuerdo tiene que ver con la separación del ego lo que implica no creerse tan importante para pensar que todo lo que la gente hace o piensa tiene que ver con uno. En realidad, éste supone verse a uno mismo como parte de un todo y no como un todo en sí mismo, es decir, verse unido a una gran totalidad y no verse como el centro del universo ya que aquí radica un centro egoico que es la principal causa del sufrimiento humano.

El principal desafío consiste en no hacer crecer el ego ni con los insultos ni con los halagos ya que en ambos casos estamos siendo dependientes de estados efímeros.

Este acuerdo implica también no tomarse en serio ni siquiera nuestras propias ideas acerca de nosotros mismos y nuestras falsas ideas de éxito.

El origen del sufrimiento está en tomar personalmente las cosas, cuando aprendes a desapegarte ya nada podrá hacerte daño, alejándote de todos los malos sentimientos como rabia, celos o envidia. De esta manera entrarás en un estado de paz y calma sólidos que no podrá ser desbaratado. En otras palabras obtendrás el cielo, entendido como un estado del alma imperturbable.

El Tercer Acuerdo: No hagas suposiciones

Todo el tiempo estamos haciendo suposiciones y al hacerlo las creemos, de ello deriva el llamado “veneno emocional” el que junto al tomarse las cosas a modo personal generan un estado de permanente malestar en las personas.

La gran ilusión del ser humano o la falsa verdad está hecha de suposiciones. Nadie percibe la verdad, sólo vemos y creemos lo que queremos. Hemos creado acuerdos donde se supone que los demás deberían saber cómo nos sentimos y lo que pensamos, pero esto es falso y genera mucho sufrimiento y malos entendidos en las relaciones.

También hacemos muchas suposiciones acerca de nosotros mismos, creando una falsa identidad acerca de lo que creemos que somos y lo que creemos que podemos lograr. Ejemplo de esto se da especialmente en las relaciones de pareja donde creemos que podremos cambiar a la persona que nos gusta con nuestro amor o pensamos que el otro hará lo que sea por nosotros y no es así.

Dejar de suponer y ver la realidad sin tus creencias significará dejar de sufrir y sanar tus relaciones contigo mismo y con los demás. Para ello debemos enfrentarnos a nuestros propios miedos e inseguridades y preguntar para evitar ambigüedades. Hay que ser lo más claro posible y entablar relaciones desde la claridad de la comunicación. La fuerza de este acuerdo radica en tomar acción y enfrentar la realidad, encarando la verdad en vez de crear una realidad mental paralela y falsa.

El Cuarto Acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas.

Esto tiene que ver con hacer tu mayor esfuerzo en el momento presente independiente del resultado. Se trata de disfrutar el proceso en forma desapegada del objetivo. Esto requiere conectarse profundamente con el yo interno y aceptar que cada día es distinto y que a los 20 años tenemos una energía distinta que a los 40 o que cuando estamos sanos es distinto el esfuerzo que podemos hacer que cuando estamos enfermos.

Por otro lado, hacer el mayor esfuerzo también significa “actuar porque amas hacerlo y no porque esperas una recompensa”. Esto implica disfrutar de los procesos sin esperar nada, ser verdaderamente libre de cualquier expectativa y con ello se adquiere una vida más plena centrada en la acción.

Vivir en acción es un hábito que se puede adquirir a través de los rituales, centrándose en los procesos y dedicándoles la importancia que requieren. Para esto se necesita concentración y dedicación, entregarse al momento presente, soltando el pasado y agradeciendo a Dios cada momento con total devoción y gratitud. Se podría entender esto como “darse o entregarse” al momento presente en cada acción que emprendo, lo hago un hábito de vida y en este acto me libero y recupero la felicidad y la plenitud de mi existencia. Soy en mis acciones presentes y en ellas encuentro mi realización independiente del resultado.


Evidentemente tu vida se transformará si sigues estos cuatro acuerdos, sin embargo para poder seguirlos debes poner una férrea voluntad ya que la vida es una ilusión llena de obstáculos, pero si logras practicarlos podrás trascender el sufrimiento, liberarte y encarnar tu propia divinidad. Sólo a través de la práctica se puede llegar a la iluminación del ser, desapegándote de todos los acuerdos aprendidos antes y poniendo en práctica estos nuevos acuerdos.