Llegó El Momento De Hacernos Cargo
Atravesamos un hermoso momento, que nos brinda la oportunidad de alivianar esa pesada mochila que hemos cargado durante años.
Estamos atravesando por momentos claves y complejos a nivel de humanidad y planetario, son tiempos de deconstrucción acelerada de realidades, sistemas, creencias, que nos está llevando a ver con mayor claridad lo que antes pasábamos por alto, a cuestionar, a rechazar, a accionar como colectivo, pero que también tienen su lado bello, nos invitan a hacer el ejercicio como individuos, a atrevernos a tener esos diálogos internos, a indagar en lo más profundo de nuestro ser, para enfrentar y ver los propios miedos y poder enfrentar nuestras propias sombras y apegos.
Viaje Al Interior
En estos días pude ver el documental de Claudio Naranjo, “Viaje al Interior”, y me hizo reflexionar sobre el tipo de amor, enseñanzas, aprendizajes que adquirimos a partir de nuestro nacimiento y durante los primeros años de existencia. Aquello que vamos absorbiendo desde nuestros ambientes familiares, de nuestro papá, mamá, o quienes nos han criado, que nos llevaron a ir moldeando un cierto tipo de personalidad, una forma de conectarnos con nuestras emociones, y a construir nuestras propias armaduras y máscaras de protección hasta adultos para poder sobrevivir en la realidad.
Y si a eso le vamos sumando los años en instituciones educacionales, la religión, el sistema que nos rige como sociedad, el patriarcado, etc, etc etc, todo ello de una u otra manera ha sido una influencia en nosotros, lo cual nos ha llevado a vivir partir de ciertas estructuras, ensoñaciones, a desconectarnos de nuestra propia esencia, del propio sentido de la existencia de encarnar aquí en la Tierra. Incluso cargamos con todos esos patrones ancestrales, culturales, de linaje, hasta de vidas pasadas si lo llevo más al extremo. ¿Que mochila más pesada no?.
La toma de consciencia
Al hacer consciente todo lo que arrastramos desde esa primera experiencia fuera del útero de mamá, o antes, podremos observar con mayor compasión de dónde vienen muchas experiencias dolorosas, inseguridades, rabias, miedos, frustraciones, traumas, que hoy nos repercuten. Cada persona carga con su historia, y desde allí de cierta forma, se puede entender el motivo de su accionar, de enfrentar la vida, por muy de acuerdo o no que estemos.
Hoy en el contexto en el que nos encontramos, y los procesos que se están viviendo allá afuera a nivel colectivo, social, político y económico, como también todo lo que se está revolviendo aquí adentro en nuestro ser interno, nuestro fuego, nuestras aguas, ese necesitar del aire, de hacer tierra, nos comienza a dar las señales de que llegó ese momento de pausarnos, observarnos, y alivianar esa pesada mochila con la que venimos cargando hasta ahora.
Hemos crecido pensando que todo lo que nos sucede y el cómo nos habitamos es responsabilidad externa, y me incluyo, también me he visto en esos momentos de culpar a otros por lo que he estado vivenciando, pero cuando comienzas este camino espiritual y de autoconocimiento, el velo poco a poco va cayendo, y te das cuenta que aquí la única y el único responsable de tu vida, eres tú. Si claro, puede sonar muy de sentido común, pero esto cuesta interiorizarlo, y cuando no nos resultan las cosas como esperamos, volvemos a revivir a esa niña, a ese niño con “berrinches”, con “pataletas”, herido, y actuamos desde allí, buscando respuestas o soluciones.
La educación, el sistema y el desprenderse de la mochila
Desde pequeñas, pequeños, el mismo sistema educativo que impera en nuestra cultura y en tantas otras, nos han reprimido el poder conectarnos con nuestras emociones, desarrollar libremente nuestra creatividad y talentos, nuestras expresiones más instintivas. Es lo que se toca en el documental que nombré anteriormente de Claudio (no voy a spoilear, no se preocupen), en que él propone esta educación que integre los tres cerebros: el erótico-lúdico, el racional y el emocional, con la espiritualidad.
Creo que si desde la infancia nos hubieran enseñado a vivir más conectados desde ese amor puro, para con nosotros y con el resto, sin tantos tabúes, ni limitaciones, seríamos quizás más felices, más compasivos, más libres, más sabios. Pero crecimos con tantos reglamentos que nos volvimos en general seres sistematizados, programados para vivir a partir de lo que proponen otros, con errados conceptos de libertad, amor o éxito.
No es fácil ir desprendiéndose de las capitas que tenemos, o esas caretas que usamos para no mostrar nuestro lado más vulnerable, y es porque si hacemos este trabajo, nos vamos a tener que desprender de la mochila, ponerla en el piso y comenzar a sacar uno a uno esos pesos, y no es fácil, para nada, porque eso va traer memorias de dolor, va a causar a lo mejor una crisis existencial, nos va a revivir un trauma, por poner algunos escenarios. No vamos a querer sufrir, pero debemos aceptar esos procesos como parte de nuestra historia, y también poder darles ese espacio de la sanación.
Pero bueno estamos aquí para aprender, ahí está la misión de nuestra alma, o su propósito, y la misma vida nos va a ir mostrando los caminos. Mi invitación es que tengamos esa claridad de que los cambios parten por casa como se dice, y ya comenzar a hacernos cargo de nuestras vidas, poder sostener a esa niña, a ese niño desde mi yo adulto, habitarnos desde lo sincero y amoroso, desde la aceptación y dejar de mentirnos a nosotros mismos, así podremos seguir caminando con una mochila mucho más liviana.
Estamos en un buen momento para permitirnos desaprender, cambiar y buscar las herramientas que nos permitan volver a encender esa lucecita que llevamos dentro, esa que nos hace brillar y que nos llevará a iluminar a otros, desde el amor, la aceptación, la compasión y la unidad. ¿Te aventuras?.