Cuidar la casa
Hace años que se habla del cambio climático, recuerdo que fue hace un poco más de quince que empecé a oír que si la tierra subía un grado…
…las alteraciones serían muy grandes, para los animales, las plantes y, por su puesto, nosotros mismos. Claro en esa época aún sonaba a ciencia ficción, de esas historias medias apocalípticas que hablan de la destrucción de la tierra
El aumento de las temperaturas
Bueno, lamentablemente no era fantasía como algunos gobernantes y negacionistas aún señalan. Cada vez vemos que huracanes, incendios, plagas, derretimiento de hielos y aumento del nivel del mar siguen avanzando y sorprendiéndonos con su intensidad. De hecho y según la Organización Meteorológica Mundial entre el 2015 y el 2019 los efectos de este cambio se han intensificado y considera que estos son años más cálidos registrados hasta ahora.
Y no es capricho de la naturaleza. Es el resultado de nuestras acciones. Como esas que han llevado a deforestar sin compasión el Amazonas, espacio rico en diversidad y donde se encuentra la “farmacia” más grande del planeta por el gran número de plantas usadas con fines curativos. En su lugar se usa el terreno en agricultura y ganadería, esta última una de las empresas más contaminantes por el metano que producen los desechos de las vacas.
En lugares como Borneo, Sumatra y Nueva Guinea inmensas áreas de selva tropical se ven destruidas para convertirlas en cultivos de palma aceitera, el que produce unos dátiles y del que se obtiene aceite. ¿Y cómo se reconvierte este espacio? Simple y brutal: Con incendios provocados. El efecto es más CO2 y menos oxígeno. Una ecuación que acelera el calentamiento, porque además se suma a las que causa la combustión de combustibles fósiles.
Consciencia y Armonía
Estos son solo algunos ejemplos de actos que repercuten en nuestro bienestar. Como en un cuerpo, cuando falla algo el sistema completo se ve afectado y como en ese antiguo principio que dice “como es adentro es afuera” acá ocurre lo mismo. Porque ¿qué ser que está en paz consigo mismo, que se ama y ama en su sentido más profundo a los demás seres vivos quería dañarlos o destruirlos?. Solo la falta de consciencia, ese estado de adormecimiento profundo del ser, permitiría que destruyamos nuestra casa y los espacios que nos alimentan y sanan para producir más alimentos. Sí suena absurdo pero así es.
Quien está en armonía lo está con su entorno y reconoce hasta la más pequeña vida como valiosa, entiende que nos necesitamos entre todos para construir y mantener sano al planeta.
¿El punto de no retorno?
Hay algunos que dicen que estamos en un punto de no retorno y miran hacia las estrellas para buscar un lugar donde podamos iniciar otro ciclo. Yo creo que aún podemos hacer algo acá, cada día son más personas las que comienzan a despertar de ese estado de “ceguera” y comienzan a estar más conscientes de lo que comen, lo que visten, de lo que hablan y de cómo se relacionan, con el impacto ambiental correspondiente. Y este número sigue creciendo.
Confío en que pronto se convierta en una masa crítica que no permita que sigamos dañando nuestro mundo, que viva de manera respetuosa y amorosa hacia sí mismo. ¿Y el cambio climático? La naturaleza es móvil y tiene sus propios ritmos, algunos muy intensos, pero al menos si hoy hacemos algo no seremos los causantes de la destrucción de nuestra casa y de todos los que la habitamos.
Vaya que tiempos los que estamos viviendo, un bombardeo de noticias por segundo que irrumpen en la tranquilidad de nuestras vidas, libertades de personas sanas restringidas en horarios, decisiones incluso en los medios de consumo, ingresos, trabajo, toques de queda, pareciera que estamos inmersos en una película surrealista, cuando salgo a las calles y veo seres enmascarados, niños, ancianos y a veces calles simplemente vacías…